Verás, es el dubbese, de veras.

Verás, es el dubbese, de veras.

Aún recuerdo el desafortunado doblaje que convirtió un eufemismo rebuscado del inglés para no decir directamente «bajito» (el animal en cuestión era paticorto) en un sinsentido en español:

«This chubby, vertically challenged Beagle won’t be stopped». «A esta beagle regordeta con un desafío vertical no hay quien la pare».

Como apasionado y profesional de la traducción audiovisual, he comprobado a menudo que no solo se producen errores de traducción en este campo por desconocimiento del idioma de partida, sino que también se incurre muchas veces en anglicismos de frecuencia que contribuyen a la artificialidad de los productos audiovisuales traducidos. Hace poco tuve la ocasión de impartir un seminario en línea sobre el dubbese, ese lenguaje falto de naturalidad que caracteriza las traducciones audiovisuales. Un seminario en el que traté el uso inadecuado de los marcadores del discurso en profundidad (toda la profundidad que permite una hora de tiempo, claro), como el odioso «verás», característico como ninguno de ese uso que no se adecúa al registro. Pero también di ejemplos de construcciones que no tenían que ver directamente con el anglicismo en los marcadores discursivos, aunque sí con el dubbese en general, en cuanto que aumentaban la artificialidad de la traducción. Sepan los asistentes que tenía preparados muchos más ejemplos de los que di, que decidí no incluirlos en el contenido por cuestiones de tiempo y que tengo a bien comentar aquí algunos de ellos. No busquen hilo conductor ni nexos, pues son simples ejemplos que escribo según me van apareciendo, así que no pretendo dar cohesión a esta entrada, sino escribirla a modo de lista.

1) En cierta ocasión, para que varios compañeros le siguieran, un personaje les impelía con un «démonos el piro», esa forma tan propia del dubbese de expresar exhortación con el imperativo en plural («larguémonos de aquí», «vayamos por ese camino», «cojámoslo entre los dos»…), y que tan forzada resulta, por su uso culto, al aplicarla a una forma coloquial como «darse el piro». Igual de forzado resulta emplear el imperativo en más ocasiones en las que se pretende un efecto de coloquialidad, puesto que el resultado es más artificial aún:

«Yeah, let’s rock it, man!». «Sí, bordémoslo».

Quizá un «nos vamos a salir» o un «a tope, chaval», según el contexto y la coloquialidad deseada, o alguna otra estructura más natural habrían funcionado para conseguir un efecto parecido al original.

2) Varias veces he comprobado que, en una situación tan cotidiana como los agradecimientos, algunos traductores tienen por costumbre no fijarse en la idiosincrasia del idioma de llegada a la hora de traducir:

—Gracias. —Gracias.

No se habrán dado cuenta de que, para estos casos en los que no se responde simplemente «de nada», es costumbre contestar en español con un «a usted» (o «a ti» si existe suficiente familiaridad entre interlocutores).

3) Tampoco se daría cuenta quien tradujo lo siguiente:

—Thank you. —Yeah.

—Gracias. —Sí.

El personaje que respondía lo hacía con un tono que daba a entender entre resignación y enfado, por lo que creo yo que algo natural habría sido un «ya (,ya)» como respuesta.

4) En otra ocasión, un personaje indicaba a otro: «Te quedarás aquí», argumentando que cierta persona X «no querría que fuese de otro modo» («wouldn't have it any other way»). Aparte de copiar la estructura inglesa, al utilizar la palabra «modo» el traductor conseguía aumentar la formalidad del registro. Debería haberse imaginado que alternativas más naturales son «no le gustaría que te negaras» o «no le gustaría que dijeras que no». Incluso, mejor, un simple «es lo que querría X».

5) «¡Es suficiente!» («enough!»), traducían hace poco en una película para televisión (y han traducido muchas veces en ficción audiovisual). Olvidan que tenemos «se acabó», «basta», «ya basta» («basta ya») o «ya vale» («vale ya»).

6) Las suposiciones a mansalva son otra característica de las traducciones audiovisuales. «That’s what he’s supposed to do», decía alguien en un documental de esos que más bien parecen telerrealidad. «Se supone que él se encargaría de esas cosas», habían traducido. Quizá no caían en que quedaría algo más idiomático decir «él tenía que encargarse de esas cosas» (el famoso «ello» añade formalidad, así que, descartado), «era él quien se iba a encargar de eso» o, más simple, «él tenía que encargarse».

7) Recuerdo claramente una escena en la que varios personajes se acercaban a felicitar a alguien que acababa de cumplir años. Exclamaban:

—¡Eh, feliz cumpleaños, Jason! —¡Feliz cumpleaños, Jason! —¡Feliz cumpleaños!

Olvidó el traductor que, por lo menos en gran parte de España, aunque no sé si en toda, se acostumbra a desear al cumpleañero «felicidades», o «muchas felicidades».

8) También recuerdo aquel personaje que decía a otro constantemente «relájate» cuando este último se encontraba de los nervios. Pues por mucho que la última acepción del DRAE indique que se puede emplear el verbo, porque incluye la mente además del cuerpo, el uso hace que lo más normal sea intentar calmar a alguien diciéndole «tranquilízate», o, mejor, un simple «tranquilo».

9) «Look at that!» es una expresión de sorpresa muy común en otro de esos programas de telerrealidad documental (más bien ficticia, pues resulta obvio que son programas con guion). Pero lo que entiendo como falta de soltura del traductor provoca que aparezca una y otra vez traducida como «mira eso». Quizá se podría alternar un simple «mira» o «fíjate» con «ahí va», «anda» u otras exclamaciones de sorpresa.

10) Siguiendo con la apelación a la vista, tenemos el famoso «look at you!» que muchas veces veo traducido como «mírate» aunque a menudo no se trata de una simple invitación a acercarse a un espejo. Con el sentido positivo, posiblemente «qué guapo (vas)» o «qué elegante (vas)» se acerquen al sentido que quiere dar el original. Pero también está la situación contraria, cuando se emplea esa expresión con sentido negativo: «qué pintas (me llevas)» o «vaya pintas (me llevas)» (por supuesto, siempre dependiendo del contexto), podrían valer como soluciones.

11) Al hilo de estos casos anteriores, un personaje constantemente expresaba su admiración ante lo que veía exclamando «Oh, my God, look at that!». «Oh, Dios mío, mira eso» era lo que hacían salir de su boca en la versión doblada, cuando podrían recurrir a lo dicho anteriormente. No contentos con eso, en el doblaje le hacían repetir «Oh, Dios mío» reiteradas veces, como si presentara deficiencias de vocabulario y no pudiera expresar sorpresa o emoción de otra forma. Pues no será por exclamaciones en nuestro idioma: «Dios», «ay, Dios», «por Dios», «madre de Dios», «madre mía», «ay, madre», «hala», «ahí va», «la leche» (más coloquiales)…

12) En otra ocasión, cierta persona usaba «really powerful» para describir la impresión que le causaba una obra de arte, expresión que traducían como «realmente potente». Dejando a un lado que «potente» sea o no el término más adecuado para calificar una obra de arte, teniendo «impactante», por ejemplo, estaba claro que al responsable de la traducción no le importaban las rimas internas.

Pues no hace falta verter de forma constante ese «really» como «realmente», porque el abuso de los adverbios acabados en «–mente» no es elegante en nuestro idioma. Más natural e idiomático resulta emplear el adverbio «muy», como en «it looks really nice», «ha quedado muy bien».

Pero no deberíamos los traductores dejar de lado algo muy nuestro, que es el superlativo con «–ísimo». Así, por ejemplo, podríamos traducir un «this is really comfortable» como «es comodísimo». Aunque no siempre hay por qué optar por el superlativo: «it’s really beautiful» se puede trasladar como «es precioso» o «qué preciosidad», y un «it’s really amazing» se podría traducir coloquialmente como «es una pasada».

13) «No seas ridículo», le decía una mujer a su marido en cierto momento en una serie documental. En realidad habría exclamado «no digas tonterías» o «no digas chorradas» si el traductor no se hubiera dejado llevar por el texto origen.

14) En otra ocasión de esa misma serie de telerrealidad, un protagonista hablaba con un cliente y se decían esto:

—Lo haremos bien. —Apuesto a que sí.

Ese «I bet you will» del original podría haber tenido alternativas de traducción idiomáticas, como «seguro que sí» o «me lo imagino», y, si por el tono se dedujera que se trata de una indirecta, «eso espero» o, más amenazante, «más os vale».

«Name three, I bet you can’t», se decía en otro producto audiovisual. Esta vez la traducción sí presentaba naturalidad: «¿A que no puedes?».

Otra cosa distinta es que de verdad haya objetos que el personaje decida apostarse, un coche, por ejemplo. Y en ese caso, no hay que olvidar que tenemos alternativas al verbo apostar: «Me juego el coche».

15) Por último, aunque podría extenderme mucho más, porque el asunto de los anglicismos da para varias tesis, quiero poner el ejemplo de los «maybe», que se doblan por sistema como «tal vez», para que quepan en boca (sincronía labial), y no quería terminar sin recordar esta escala de menor a mayor coloquialidad de elementos que tenemos para expresar duda sin caer en el anglicismo de frecuencia:

  • Tal vez.
  • Quizá/s.
  • Puede.
  • A lo mejor.
  • Igual.

Esta escala ya la reproduje hace un tiempo en la entrada «Qué supone subtitular», pero no está de más recordarla, porque no estaría mal para emular registros coloquiales utilizar «igual», adverbio de duda que el DPD se encarga de recordar que se emplea «en la lengua coloquial de España».

Estos son solo algunos ejemplos de que ciertas traducciones audiovisuales (sin entrar en si el responsable es el traductor o el ajustador) están aún lejos de presentar esa idiomaticidad tan deseable (ya conocen la típica cita de Gregory y Carroll del discurso «oralizado como si no hubiera sido escrito») y eliminar el dubbese tan característico de los productos audiovisuales traducidos.